martes, 9 de febrero de 2010


Viajar a Egipto es vivir mil y un momentos mágicos, perderse en un mundo de aromas y sonidos diferentes, de ojos curiosos y de sonrisas luminosas. Pero entraña un gran riesgo: conocer Egipto, su historia, su gente, es altamente adictivo. Nada es igual después de Egipto.

¿A quien no le tienta un agradable paseo por los jardines de Aranjuez en un otoñal dia de niebla? Aunque, la verdad, para pasear estos jardines y perderse por sus rincones, cualquier estación del año es buena.